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Grandes hitos como padres que pasan desapercibidos

JENNY WITE
Fundadora del blog Mamatoga.com
Sí, ya, aprender a sentarse, a hablar, a andar, bla, bla, bla. Los típicos hitos son geniales, pero, ¿qué pasa con esos hitos que no documentamos pero que son igual de especiales? ¿Estáis de acuerdo con esta lista de momentos importantes que te cambiarán la vida como padre?
La primera vez que les llevas a un cumpleaños (o a jugar a casa de un amigo). ¿Un par de horas libres para ti y que tu hijo se divierta con algo que llevaba deseando hacer desde que llegó su invitación? ¿Dónde hay que firmar?
Cuando pueden cambiar de canal ellos solos. Me encanta buscar "los dibujos del camión y los dos patos que se pierden" (¿?), pero es genial ver cómo se entretienen ellos solos, ya sea poniendo una serie de televisión un rato para que tú puedas hacer algo o simplemente jugando en silencio a algo que no implique tirar todos los libros de la estantería o destrozar algo de la casa.
Cuando se visten solos. Ya, lo sé, hay ocasiones en las que tu hijo acaba pareciendo un imitador de Elton John que va a una fiesta de unicornios. Pero merece la pena. Durante unas semanas, dejé que mi hijo de 3 años llevara una capa a todas partes porque me resultaba muy fácil que se vistiera él solo. Prometo que ya no se la pone. La mayoría de las veces.
La primera vez que sales con tu pareja después del nacimiento de vuestro hijo. Sí, lo más probable es que paséis el 98% del tiempo hablando sobre él, pero al menos has salido de casa, llevas ropa presentable y alguien te está sirviendo la comida. Y espero que también vino. Disfrútalo.
Poder llevar a tus hijos a restaurantes. Llegará un momento en el que llevar a tus hijos a un restaurante dé menos miedo y sea más agradable. Ya puedes olvidarte de engullir un entrante antes de que esté lo suficientemente frío para el consumo humano o de pedir la cuenta al mismo tiempo que pides la comida mientras esperas que tus hijos no se pongan a chillar antes de que llegue el camarero con el primer plato. Llegará un día en el que tendrás el tiempo suficiente para pedir y comer -e incluso tomar postre- sin tener que lidiar con un berrinche o salir del restaurante con tus hijos berreantes.
Cuando pueden ducharse solos. Hace poco, a mi hijo mayor le pasó lo mejor que le podría haber pasado. Le pedí que se duchara y, poco después, salió del baño limpio y seco, sin rastro de agua en el suelo. ¡Ni siquiera tuve que recoger sus mil juguetes de la bañera! Puede parecer una minucia, pero si eres consciente del esfuerzo que supone el proceso de bañar a un niño pequeño, te maravillarás cuando llegue el día en el que tus hijos puedan ducharse solos sin llorar por que les entre jabón en los ojos.
Cuando no tienes que correr detrás de ellos por la piscina porque ya saben nadar bien. Todos hemos intercambiado alguna mirada de comprensión y de apoyo con el padre de turno que corre detrás de un niño pequeño por la piscina, de ese niño que quiere andar por el borde de la piscina todo el tiempo y de ese niño que quiere meterse en la piscina con todas sus fuerzas (hasta que le dejan entrar, a partir de ese momento, lo que querrá será salir de la piscina aunque sea lo último que haga). Los padres que corremos detrás de nuestro hijo te envidiamos porque te vemos hablando con amigos, tomándote algo o incluso -madre mía- ¡leyendo un libro! Queremos estar en esa tumbona saludando con la mano de vez en cuando a un niño que se lo está pasando bomba en la zona que cubre. Otro hito equiparable a este es el momento en el que tu hijo puede ponerse solo la crema solar. Es un hito pequeño, pero cómo odio echar crema...
La primera vez que duermen en una cama. Parece imposible (¿Cómo? ¿Mi hijo durmiendo en una cama de verdad? ¿Toda la noche? Imposible.) hasta que ocurre. Entonces, te sentirás tan feliz y triste a la vez porque crecen muy rápido. Pero, ¿y lo bien que te sentará dormir en condiciones?
Cuando saben cómo vomitar en el váter (y son capaces de hacerlo de verdad) en vez de en la cama, en el suelo o encima de ti. No doy más detalles, ¿verdad?
La segunda fiesta de pijamas fuera de casa. La primera de ellas la pasarás mirando el móvil constantemente, asegurándote de que no echan de menos estar en casa y de que no tienes que ir a casa de su amigo a las 2 de la mañana. Una vez que superas esa noche de nerviosismo, estás preparada para las demás (hasta que te toque organizar a ti la fiesta de pijamas).
Cuando te das cuenta de que tu hijo y tú tenéis el mismo gusto en programas de televisión, música... ¿¡Eso es que se parecen a ti!?
Cuando aprenden a hacerse el desayuno. Disfruta de ese café.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.
HUFFINGTON POST, Martes 01 de marzo de 2016

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